Greenfake // Costa Rica
Gñeeeck! – Un gañido restalla sobre nuestras cabezas. ¡Gñeck, gñeck! Levantamos la vista y dos centellas multicolores surgen de entre la espesura.
Éxtasis. Si no supiésemos lo que son, podríamos imaginar que tan solo eran dos pájaros tropicales más, con sus suntuosos plumajes. Pero no, estas aves nada tienen de ordinarias.
Lo que acabamos de avistar son dos de los últimos guacamayos verdes que vuelan libres en todo el planeta.
A Costa Rica entramos con un objetivo claro. El de recobrar la esperanza.
Ambos, Eva y yo, estábamos empezando a reconocer, no sin cierta preocupación, que todas las crónicas de nuestras expediciones venían narradas en una prosa aciaga en la que no faltaban referencias tales como sobreexplotación, agotamiento, extinción y colapso.
Cual agoreros del apocalipsis, la inquietud que sentíamos ya no era tanto por el ánimo del lector, sino por el nuestro propio. Nos dimos cuenta de que la motivación para seguir adelante, enfrentando realidades incómodas, comenzaba a flaquear.
¿Décadas viajando en busca de las maravillas naturales y los únicos relatos que podemos articular son historias lúgubres de paraísos asolados y vidas exterminadas?
¿De verdad no podemos encontrar una sola historia positiva que contar?
Bajo tal premisa decidimos que era el momento de lanzarnos a recorrer una nación inspiradora. Un país en el que recobrar el ánimo y del cual salir con un cuento cuyo final, para variar, fuese feliz.
Y la historia de desaparición y posterior recuperación del guacamayo verde (Ara ambiguus) en Costa Rica, no podía sonar a mejor comienzo.
“… las crónicas de nuestras expediciones venían narradas en una prosa aciaga…”
“… en este escenario idílico hay una nota discordante…”
¡Gñeck, gñeck! Los pajarracos nos observan ya con cierta confianza desde su altísima percha en el almendro de montaña. En dos semanas se han habituado a nosotros, a nuestra tienda de campaña, al trípode y telescopio.
Nosotros también nos hemos acostumbrado a ellos. Sus graznidos pertenecen al paisaje sonoro de esta jungla tanto como el rugido del agua corresponde a un torrente que vuelve a fluir tras décadas de sequía.
Pero en este escenario idílico hay una nota discordante: la que ponen las hordas de turistas que cada tarde invaden la reserva. Su presencia nos perturba sobremanera aunque todavía no podamos señalar exactamente el porqué.
Dejamos la reserva e iniciamos un lento avance que nos lleva a recorrer todo el país.
Región tras región, dedicamos un año de exploraciones a la búsqueda de aquellas iniciativas que hacen de Costa Rica el emblema mundial de la ecología.
Pero no las encontramos. Lo que sí hallamos en cambio son territorios fuertemente fragmentados, erosionados, contaminados y, sobre todo, privatizados.
Al principio oteábamos el paisaje y nos preguntábamos como sobreviven los animales en esta tierra dividida por concertinas y alambre de espino. Luego descubrimos la respuesta: no lo hacen. La vida silvestre de la que el país hace ostentación se encuentra recluida en esa célebre constelación de reservas naturales monetizadas que tanto abundan por toda la geografía nacional.
“… dedicamos un año de exploraciones…”
“… nos percatamos de que se nos ha quebrado la trama…”
Más pronto que tarde nos percatamos de que se nos ha quebrado la trama con la que pretendíamos escribir aquel relato de feliz final.
Los fragmentos de esperanza que quedaron se van haciendo más y más pequeños y se nos extravían a cada día que pasa. Los unos son calcinados en incendios forestales o son arrastrados por los ríos más emponzoñados que jamás hemos visto. Los otros se pudren bajo toneladas de desechos o se pierden entre kilométricos monocultivos de piña, café, palma…
Y cuando en las selvas aisladas encontramos algún pedacito de positividad, esta se esfuma mientras los cazadores furtivos nos relatan sus cacerías de especies protegidas, impunes gracias a la corrupción de los guardas forestales.
Un día, un titular en la prensa llama nuestra atención. El hábitat protegido del guacamayo verde está siendo talado.
Con la noticia en todos los medios de comunicación, las autoridades se apresuran a negar los hechos y posteriormente a declararlos legales.
Se inician investigaciones y el fiscal califica el caso de ecocidio orquestado para obtener beneficios privados millonarios, provenientes de la construcción de apartamentos de vacaciones en zonas de alto valor ecológico.
Por detrás, una turbia inversión con tráfico de influencias.
Los responsables del parque están implicados en la trama, luego el Ministerio de Medio Ambiente y, por último, el propio presidente de la república.
Los activistas que alzan la voz reciben amenazas de muerte.
“El hábitat protegido del guacamayo verde está siendo talado.”
Costa Rica ha caído víctima de sus propios éxitos. Antaño faro de esperanza, el país ha abandonado la senda de las políticas verdes y éticas que asentaron su reputación mundial.
Lejos quedan los días en que la protección del medio ambiente era el objetivo y una economía rentable el medio. Ahora el lucro es el objetivo y el medio resulta ser el ambiente.
Cuantos mayores beneficios, mayor la codicia. La naturaleza deja de verse como un ente con derechos. Ideas extractivistas antes rechazadas por el país como la minería, la exploración de petróleo y gas, la pesca de arrastre, etc. vuelven a sembrarse en una tierra que, ya de por si, ocupa el primer puesto a nivel mundial por uso de pesticidas.
Hoy, la estrategia de promoción del ecoturismo es un greenfake. Una táctica, sin embargo, destinada a prosperar. Pues en un mundo agonizante, los turistas internacionales estarán cada vez más dispuestos a desembolsar mayores sumas de dinero por acceder a reservas privadas en las que poder observar a los últimos guacamayos, a los últimos jaguares, a los últimos perezosos.
Mientras tanto, esas mismas reservas con sus hoteles, restaurantes y transportes asociados, estarán comprometiendo el clima, los hábitats y las especies que aseguran custodiar.
Se trata del negocio de la extinción, y hay que reconocer que el país ha sabido posicionarse ventajosamente.
RESUMEN
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Equipo
Eva Hübner
Investigación y activismo
Brais Palmás
Narración y fotografía