Monstruos marinos // Francia
Monstruos marinos
Rewilders Mission // Capítulo 6 // Francia
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Invierno en el Atlántico Norte, la bandera negra ondea en la cubierta de un barco sobre la que hoy se desarrolla una actividad frenética. La tripulación se está preparando en sus puestos mientras las instrucciones crepitan a través de las radios.
Bajo las ordenes del contramaestre una grúa está desplazando dos lanchas semirrígidas hasta depositarlas en el agua, a ambos costados del navío. Los grumetes despliegan una escalera de cuerda y las embarcaciones se aproximan para recogernos e iniciar la primera acción de la operación Ocean Killers.
“Estamos de cacería con Sea Shepherd…”
Poco después el viento está aullando en mis oídos y las olas me salpican en la cara. Gotas saladas se cuelan por entre los labios haciéndome saborear la infinidad líquida por la que nos desplazamos a toda velocidad, aun sin el objetivo a la vista.
Tras la lancha, avanzando sobre la línea rizada del horizonte, nos sigue la silueta de nuestro buque nodriza, el Age of Union. Su porte vigilante resulta reconfortante y nos insufla la determinación necesaria para perseguir el punto que parpadea en la pantalla del radar.
Estamos de cacería con Sea Shepherd, hemos venido a cazar monstruos marinos… y nos estamos aproximando al primero.
Habrá quien piense que los monstruos marinos no existen, que son leyenda. Pero nosotros los hemos visto.
Despiadados asesinos con cuerpos descomunales y kilométricos tentáculos: cerqueros, palangreros, atuneros, arrastreros… diferentes nombres para los 4,6 millones de bestias de acero que diariamente vacían de vida los mares de todo el planeta, a un ritmo de 260 mil toneladas.
Las cifras oficiales indican que casi la mitad de todas estas capturas se regurgitan al mar, ya muertas.
Anualmente unas 300.00 ballenas y delfines, 250.000 tortugas, 300.000 mil aves marinas y millones de peces sin valor comercial son víctimas colaterales de la brutalidad de estos sicarios. Sicarios pagados para que sacien nuestro inagotable apetito de pescado.
“… bestias de acero que diariamente vacían de vida los mares de todo el planeta…”
En muy contadas ocasiones, la magnitud de los ecocidios perpetrados ha producido tal malestar social que los gobiernos se han visto obligados a expulsar de sus aguas territoriales a los monstruos más sádicos.
Ahora es nuestro turno para destapar los secretos de la industria pesquera y acosar a su flota hasta que abandonen también las costas francesas.
Y así lo hacemos con el segundo buque factoría más grande del planeta, El Margiris, el cual huye tras ser sorprendido realizando prácticas ilegales.
“… nuestro turno para destapar los secretos de la industria pesquera…”
“… no es la única amenaza para la biodiversidad marina. ”
Con todo, la rapacidad de los monstruos tragapeces no es la única amenaza para la biodiversidad marina. Existen otras especies de criaturas cuya vileza no es tan obvia, pero cuyo sadismo es igualmente aterrador. Hablamos de los monstruos descuartizadores, comúnmente llamados molinos de viento.
De costumbres gregarias, se les puede encontrar en grandes colonias a lo largo de las costas continentales, ocupando los reductos naturales que otrora resistieron a la urbanización. Sus hábitats prioritarios son los situados en corredores migratorios, con predilección por parasitar aquellas zonas de reposo y alimentación de las aves que llegan de toda Europa.
La rápida expansión de estas sanguinarias alimañas a lo largo del litoral ha sido favorecida por una fama de sostenibilidad e independencia energética, conceptos ambos tan atractivos y bien sonantes a día de hoy.
Promovido por el gigante energético Iberdrola, el campo eólico en la bahía de Saint-Brieuc, en la bretaña francesa, es solo uno entre los siete proyectados en las costas nacionales y observar su puesta en escena permite entender cómo la lucha climática ha sido distorsionada hasta reducirla a una mera oportunidad de negocio.
Puede que los molinos de viento fuesen el símbolo de la transición energética, pero la lucha contra el cambio climático no puede ir en detrimento de la protección de la biodiversidad, especialmente la marina, en tanto en cuanto que los océanos son los principales reguladores del clima.
De la misma manera que la respuesta a las hambrunas no es construir más barcos de pesca, la respuesta a los desafíos climáticos no es una mayor industrialización. En un planeta con los recursos sobreexplotados, la única solución plausible es la más simple: reducción, decrecimiento y austeridad.
Si nuestra especie no aprende a comedir su consumo, los monstruos seguirán proliferando. Por tierra, mar y aire.
“Si nuestra especie no aprende a comedir su consumo, los monstruos seguirán proliferando.”
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