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Veinte noches blancas // Rusia

El amanecer ha surgido tras el atardecer, así sin más, ni luna ni estrellas, sin oscuridad que medie. Recostado en la orilla del río veo como el sol acaricia suavemente las copas de los árboles, desaparece entre ellos y reaparece poco después tiñendo el bosque de dorado.
 

Ecos de ruta // Armenia

Perdí la cuenta siete días después, al llegar a Bulgaria. Hasta entonces nos habíamos apeado del coche de veinticinco desconocidos a lo largo de toda la Europa austral. Once para salir de España, cuatro para atravesar Francia, tres en Italia, uno para cruzar Eslovenia y Hungría; cuatro en Serbia y dos más hasta la ciudad de Sofía, la capital búlgara.
 

Refugiado Económico // Guinea Bissau

La travesía se prolongó durante un mes. Treinta días de fronteras, de mares, de desiertos… hasta que al fin llegamos.En lontananza, la selva infinita y la razón de tan largo éxodo. Ramas y copas y lianas cobijando la tierra prometida, ahora tan al alcance de la mano. La última frontera, el postrero paso entre cien mil.
 

Hipocondria // Guinea Bissau

El quinto día amanece fresco, todavía no sopla el viento y la superficie del río se extiende tan lisa que los árboles y las rocas de las orillas espejean con total nitidez. La selva se está despertando, ahora los alcaravanes que trinan, ahora los babuinos que beben.
 

Pesca sin pescado // Senegal

Una mujer, quizá todavía una niña, sale de su casa con un cubo sobre la cabeza. Desde donde estoy sentado en la arena puedo ver el interior de las estancias porque las paredes se las ha llevado la marea y ella al salir no ha tenido que abrir ninguna puerta.
 

Biolencia // Polonia

A media tarde una manada de lobos ha comenzado a aullar muy cerca del campamento. Quizás demasiado cerca, a juzgar por la expresión de algunos compañeros. Aunque demasiado lejos para lo que a mí me hubiese gustado.
 

Títeres // Francia

Nuestros ojos se pierden para encontrarnos y nos descubren allá por donde los senderos terminan.Donde el paisaje se tuesta bajo el sol estival, y también nuestra piel y el vello de nuestros brazos al remar, al pedalear.
 

30 Ocasos // Francia

Al ubicuo canto de la oropéndola y el abejaruco recorremos la costa mediterránea hacia el norte.Sobre nuestras cabezas vuelan las primeras, refulgiendo con el sol atrapado en su plumaje; mientras que los segundos surcan el cielo en una representación rutilante de todo cromatismo primaveral.
 

Isla grande, isla pequeña // España

El barco avanza ronroneando, mecido de manera casi imperceptible por la olas que se aproximan al casco llegadas desde la negrura. No hay luna y solamente algún destello pasajero insinúa estrellas al otro lado de las nubes.
 

Rutaína // España

Y los pedales empezaron a girar. Y la brisa a soplar. Y luego pasaron los primeros kilómetros y los segundos y los terceros. Entonces volvió ese escalofrío que, subiendo por la espalda, produce un inesperado estremecimiento que eriza cada milímetro de piel… sonrío, pero ¿a qué sonrío?
 

Piel de sol, piel de sal // España

Mis pasos se mecanizaron a partir del segundo o tercer día. Olvidados el cansancio y el propio peso de la mochila, me limito a caminar hasta el ocaso para bucear aguas verdes.
 

Del desierto a la sabana II // Mauritania y Senegal

A mi izquierda, el río Senegal serpentea en forma de frontera entre Mauritania, donde ahora me encuentro, y Senegal. Lo sigo a pié cada día y lo nado cada noche, antes de acostarme. Me enfila hacia su delta, hacia el mar y hacia el Parque Nacional de Diawling, mi próximo destino.
 
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